Avances de las Próximas Historias

Anahí terminó de realizar el chequeo de la paciente, la Sra. Clara ya se econtraba amamantando a su nueva bebé, a su lado se encontraba su hijo. Se llevó la tabla con el parte médico de la paciente y salió de la habitación.
No había terminado de quitar la mano de la manija cuando recordó que se había olvidado la maletita que llevaba del instrumental para valorarla. Volvío a abrir la puerta, pero lo que encontró fue a madre e hijo besándose apasionadamente en tanto que la bebé seguía pegada al pecho de su madre, en tanto el otro era masajeado por el hijo.
Se retiró antes de que se percataran de su presencia. Se apresuró al elevador, ella y una mujer también embarazada eran las únicas en el pasillo, en sus brazos llevaba un osito de felpa dentro de celofán y una pequeña maleta, se dirigía en sentido contrario al suyo. Presintió algo y se detuvo, miró hacia atrás y fue lo que sospechaba, entró en la misma habitación de la que ella había salido.
No esperó más, entró al elevador en cuanto este abrió las puertas y bajó a dejar el papeleo y se metió al vestidor de personal, ya terminaba su turno, salió rumbo al centro comercial, necesitaba comprar despensa.
Al entrar al estacionamiento se percató que una pareja con dos bebés y una niña pequeña se dirigía hacia su auto, parecía que ya tenían sus compras hechas.
el hombre llevaba el carrito de la compra y un bebé en el asiento de éste. La mujer llevaba una pañalera al hombro, un bebé en brazos y la niña pequeña la sujetaba de la mano.
Terminó de estacionar, algo lejos de la vista de esa familia, pero debido al eco del estacionamiento subterraneo, pudo escuchar toda la conversación al apagar el motor de su auto.
-Muy bien, vamos Oscar, es hora de que vuelvas a tu asiento.
El hombre dejó al niño en el asiento trasero de la camioneta familiar, parecía estar asegurándolo al asiento de seguridad para bebés.
Era una pareja joven, no tendrían más de treinta años. Él terminó de asegurar al bebé y regresó al carrito y abrió la cajuela para meter las compras. La mujer hacía lo mismo que él con quien resultó ser una bebé, por la conversación que tenía la madre con ella.
-Vamos mi amor, mi princesita, ya nos vamos. No, no llores mi reina, déjame ver si traigo un chupon nuevo, el que traís se te cayó.
Felipe, ¿qué crees que voy a hacer con estos?
-Vamos Lucía, no me digas que quieres seguir, nos estamos llenándo de niños.
-Ese es mi problema, jamás se te ocurra usarlos conmigo, con esa zorrita no me importa, pero conmigo nada. Ya te dije, me tocas y es a pelo, no quiero ver que te pongas ningún cochino condón para estar conmigo.
-¿Y de dónde vamos a sacar tanto dinero para mantenerlos?
-Para eso tengo mi trabajo, y tú el tuyo, y si no quieres ayudarme con ello no hay necesidad, para eso mis hijos tienen madre y mucha.
-Ay Lucía, de acuerdo, tu ganas. ¿Por qué siempre tienes que hacerme estos dramas en todos lados?
El esposo se había acercado a ella para abrazarla y tratar de evitar que llorara, en cuanto la abrazó las pocas lágrimas que tenía en el filo de los párpados inferiores fueron a parar a la playera tipo polo de él y ella cambió su rostro al del triunfo con una sonrisa pintada de carmín.
-Desde pequeños siempre has terminado de haciendo lo que yo quiero, desde que mamá te empezó a consentir más, pero no la culpo, también eres mi favorito.
-Que voy a hacer contigo hermanita.
-María, mija, mira, agárrate de mi falla, haber mamasita, no te sueltes. Sí de aquí. Sí, eso es mi princesita. Toma una paleta. Deja pongo a tu papá en su lugar.
La madre le dio una paleta de dulce a la niña, previamente haberle indicado agarrarse a su falda de tubo con olanes. La niña se quedó mirando a la entrada de la tienda mientras chupaba su paleta de color rojo, pintándose los labios con el caramelo. Simultáneamente sus padres se entregaban a un beso bastante impropio para el lugar.
No vió de dónde salio, una mujer bastante bonita, similar a la madre de los niños, se acercó a ellos y agarró a la niña de la otra mano.
Anahí salió rápido del auto al creer que se quería llevar a la infante mientras los padres se ocupaban de sus cosas. Pero se detuvo, no hacía amago de querer jalarla, al contrario, parecía estar esperando a que terminaran para habarles.
-Creo que ya es todo deberíamos irnos.
-Ni se te ocurra querer usar esas pastillitas en mí, Marisol. Ni siquiera tienes idea si me son compatibles con mi organismo, y aunque lo fueran. No me tomaría nada que no me prepare yo.
-Pero Lucía, ya vas por el tercero y yo por el segundo, ya párale.
-Si tú quieres, adelante, pero no te metas con mi decisión. Yo veré que hago.
-Bueno, vámonos. Ya tengo el protector solar para los niños y los inflables para la alberca. Que manías tuyas de hacerle su fiesta de cumpleaños a Luisa en la alberca, se va a enojar tu papá.
-Que se enoje, es mi hija y yo hago lo que se me dé la gana con ella.
-En realidad es mi hija, no tienes porque obligar a todos a hacer lo que quieras.
-Contigo puedo, para eso eres mi esclava y de mi marido.
-Ssshh, no delante de los niños, y en realidad es mío.
-Ya sabes que es sólo para guardar las apariencias.
Se metieron a la camioneta los cuatro, mientras que la niña seguía comiéndose su paleta y viendo divertida como su mami ninguneaba a todos.
Anahí cerró la puerta de su auto, y se encaminó a la tienda, ya había perdido mucho tiempo con la madre dramática. Debía volver a casa con su sobrino Eduardo o lalo como ella le llamaba.
...
Espera al estreno de esta historia y otras que serán posteadas. "Desconfianza" y "Deseos lecheros"
Fecha tentativa: 9 de septiembre de 2019. Las entregas pueden variar, no esperes avisos sino estás subscrito al blog.
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